El tiempo desde que se convocan elecciones es un tiempo de miserias, sin duda también de grandezas. Es un tiempo en el que, en cierta medida, se hace realidad el dicho de que los verdaderos enemigos políticos están en la misma bancada. La lucha por ocupar uno de los llamados puestos de salida en las listas electorales es duro, muy duro. Siempre lo ha sido y, en los últimos tiempos, al tener que confeccionarse las llamadas listas cremallera, han aumentado las dificultades. Ese momento, verdadero rubicón, da lugar a grandes desencuentros que, por lo general, se producen en el seno de los partidos. Ahí se ponen al descubierto numerosas miserias.
Es entonces cuando suelen aparecer los que tradicionalmente eran denominados como cuneros, hoy también se les llama paracaidistas -la palabra no estaba en uso cuando se acuñó el término cunero en nuestro agitado siglo XIX-, que no es sino otra miseria más de la política y que suelen provocar rechazo, aunque los poderosos aparatos de los partidos terminan imponiéndolos.
Hay ocasiones en que esas miserias, salen a luz. Ocurre cuando se trata de coaliciones electorales formadas por diferentes partidos políticos en los que hay una lucha tan enconada que, a veces, se producen situaciones como la vivida en la coalición de los partidos de extrema izquierda para las elecciones andaluzas, que han tenido que recurrir a un apaño, al habérseles agotado el tiempo marcado para inscribir una coalición electoral.
Una vez que la campaña está en marcha, cosa que no se reduce a los quince días marcados en la normativa electoral, comienzan las promesas electorales de lo que se va a hacer o no se hará en modo alguno. Algunas de esas promesas han sido llamativas por su incumplimiento al prometerse lo que no se podía hacer o a no hacer lo que luego se hizo ¿Recuerdan, quienes peinan canas, los ochocientos mil puestos de trabajo prometidos por Felipe González en los ochenta del pasado siglo y que resultaron al final de la legislatura en ochocientos mil parados más? ¿El insomnio que le producían a Pedro Sánchez pactar con Podemos o su rotunda afirmación de que jamás concedería un indulto a los golpistas catalanes? A las miserias de las promesas incumplidas se añade el uso de ciertas tácticas como los empadronamientos ficticios para cumplir con la normativa electoral y los desempadronamientos sectarios, para crear problemas al adversario.
El caso vivido en Salobreña, a cuenta de las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio, es paradigmático de ambas cosas. El empadronamiento de Macarena Olona para poder ser candidata de Vox y la actuación de la alcaldesa socialista de la localidad, quien no ha tenido empacho de desdecirse en horas veinticuatro de lo que consideraba un empadronamiento ajustado a derecho para negarlo, tras un informe de la policía local que ha sido utilizado por la mencionada alcaldesa a su conveniencia, según denuncia el sindicato de ese cuerpo policial en la provincia de Granada. A ello se suman las miserias de la jornada electoral que tienen una amplia gama y va desde el «acarreo» de electores hasta el ocultamiento de papeletas en las cabinas de votación. Pequeñas y grandes miserias… electorales.